sábado, 26 de diciembre de 2015

Seda (1996) | Alessandro Baricco

I. Invierno

"[Hervé Joncour] passierte die Grenze bei Metz, durchquerte Württemberg und Bayern, reiste nach Österreich ein, erreichte mit dem Zug Wien und Budapest, um dann bis Kiew weiterzufahren. Er legte zu Pferd zweitausend Kilometer russische Steppe zurück, überquerte den Ural, gelangte nach Sibirien und fuhr vierzig Tage bis zum Baikalsee, der von den Einheimischen "das Meer" genannt wurde".

Es un invierno que asusta pero al final no enfría las calles de por sí vacías de gente. Entonces en lugar de agarrarme un ladrillo de cinco kilos, opto por una novela corta de Baricco. Los primeros capítulos no sólo me atan si no me hacen releer el libro casi inmediatamente después. El invierno puede ser entonces un periodo de lecturas cortas y frescas que me enamoran de la vida.

II. Alessandro Baricco (y las propuestas de Calvino)

Topé con el italiano primeramente con Novecento, para seguir después con Oceano Mare, sé que en alguna parte de mis libros apilados está el original de Seda, pero lo he perdido de vista y tengo que recurrir a su traducciónal alemán.Se me queda de tarea en estas semanas leer el original.

Alessandro Baricco nació en Turín en 1958 y es de esos autores italianos que da un placer inmenso leer, como Italo Calvino o Antonio Tabucchi. Su prosa en esta novela no sólo es precisa sino extremadamene poética, justa y entrañable. Una prosa que curiosamente defiende con el ejemplo a capa y espada la poética de Italo Calvino.

En Seis propuestas para el próximo milenio, aquellas conferencias que Calvino por desgracia no consiguió dar en Harvard, el autor habla sobre:


1- Levedad. Aquella libertad del autor de usar cualquier tema como obra literaria sin dejarse influenciar por la aparente densidad, frivolidad o seriedad del tema escogido.

2.- Rapidez. Una característica propia de nuestros tiempos. Es la forma de narrar que nos permite acercarnos y desenvolver la historia a un buen ritmo. Es aquí donde el autor muestra que es preciso.

3- Exactitud. La disciplina del autor por emplear aquellas palabras que necesita para su escenario, su personajes y la interacción de ambos. No se trata de un preciosismo literario sino más bien de la capacidad del autor de trasmitir su mundo literario con las palabras pertinentes.

4.- Visibilidad. La capacidad de hacer el mundo narrativo real, es decir, visible a los ojos del lector, de crearle imágenes y así permitirle un libre acceso a la ficción/imaginación.

5.- Multiplicidad. Capacidad del escritor para hacer que sus mundos narrativos hablen de lo general y a la vez de lo parcial, que sean micro o macrocosmos por igual; que se dejen interpretar en diversas capas, que susciten caminos que no había pensado el escritor.

6- Consistencia. Esta característica no terminó de pulirla Calvino, pero posiblemente sugiera la existencia de un esqueleto narrativo capaz de soportar la interacción de las anteriores características del nuevo siglo sin dejar de ser perder su hilo narrativo.


III Seda

Seda es una novela corta que se engulle sin problemas en un día. Trata una historia de amor, o más bien, de un amor que nunca acaba por comenzar y queda por tanto condenado a la perfección de la nostalgia. Hervé Joncour, un hombre que estuvo a punto de terminar siendo soldado tal como lo quería su padre, termina por ser negociante de gusanos de seda. Forzado por la escasez de larvas sanas en Francia, emprende un viaje a Japón, en donde conocerá a una mujer de cual acabará irreversiblemente prendido.

La vida de un hombre cualquiera (ligereza), contada en sesenta y cinco capítulos breves (rapidez) a través de refinadas y cuidadas escenas y repeticiones (exactitud). Eso es Seda. Es mirar la nimiedad de gusanos de seda, atravesar un continente y medio durante semanas para ver una vez más un par de ojos no asiáticos en casa de un vendedor nipón (visibilidad). Es ver lo mundano del agua en un lago y ver en ella y sus remolinos la forma de nuestra propia vida (multiplicidad). Es encontrar un final que rehace todo lo que hasta el momento habíamos sabido de aquella extraña historia de amor (consistencia).


"Bisweilen, an windigen Tagen, ging Hervé Joncour zum See hinunter und schaute stundenlang hinaus,denn esschien ihm, als zeichne sich auf dem Wasser das unerklärliche, schwerelose Schauspiel dessen ab, was sein Leben gewesen war."

Objeto perdido

Me pasé toda la mañana buscando,
te pregunté dónde lo habías escondido.

Busqué entre los libros, los platos,
la ropa de invierno.

Maldita sea esa esclavitud
que no me permite renunciar
a lo que era mío.

Sigo buscando,
en el primer piso,
en el sótano, en la papelera,
en la bolsa de productos reciclables.

Me falta un trozo de rutina
en los proyectos,
en la oficina, al volver a casa.

Me robaste un trozo
y lo escondiste en algún resquicio.

¿Cuándo lo podré hallar?
Más una pregunta que dejarás
sin contestar.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Lonsdaleíta

Qué dura la memoria e imaginación
del amante soberbio
que no quiere compartir al otro.

Qué duro quebrantar sus prejuicios
y ver cómo erige monumentos
de olvido con muy bien trazados
caminos de bruma.

Duro, resistente y hermosamente
geométrico es su carácter.

Dura la decisión que apuesta
por remodelar el pasado
para dejar que el futuro
llegue, se extienda y borre
con su perfecta simetría todo lo demás.


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Tal vez



¿Que te voy a extrañar?
No lo sé.
Simplemente me darán ganas de hacer
lo que yo hacía cuando tú no estabas
y yo jugaba a que el amor
duraba para rato.

¿Que te voy extrañar?
Puede que sí, un poco.
Porque quien no está más
es perfecto 
y no puede equivocarse nunca.
Porque quien no está se idealiza en el recuerdo.

¿Que te voy a extrañar?
Sí, tal vez, tal vez mucho.
Pero luego voy a recordar
que era yo quien te movía,
que era yo quien te encantaba
y tú –tan chiquita–, prendías tus ojos
y mirabas.

¿Que te voy a extrañar?
Sí, mucho.
Uno no olvida tan rápido
el combustible
que lo mueve-
aunque sea uno mismo
el que lo crea, escriba y sueñe.

martes, 22 de diciembre de 2015

Lucecitas

Lucecitas con forma de estrella,
en cascada, titilantes, rutilantes.

Lucecitas arrastrando renos y regalos.
Lucecitas decorando ramas secas
de tilos enfilados.

Lucecitas pequeñas, numerosas
por las calles, por las noches.
Lucecitas en las ganas,
lucecitas, lucecitas
                                              lucecitas

Navidad.



domingo, 20 de diciembre de 2015

Me dijo

Me dijo que le escribiera una canción.
Y yo -ilusa- le escribí un poema tras otro,
para compensar con forma
lo que ella esperaba en contenido.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Caracola

Déjame dormir, mujer,
sobre tu pecho.

No me preguntes nada.
No me digas nada.

Sólo déjame cerrar los ojos.
Allá afuera hace frío
y no quiero salir.

Como si no te lastimara,
como si no hubiese cambiado nada.

Sobre tu pecho no has de notar
que sigo rota. Quebrada. Partida.

Que traigo la cabeza anudada a los pies
y las tripas de fuera.

Que por mis orejas pasean las olas del mar
y que de mis manos penden sílabas inconexas.

Que me retraigo, caracola sin casa.
Huérfana, hueca, trashumante.

Déjame habitarte.
Un instante. Un momento.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Amenaza


Avisas que te largas
y que no hay regreso.
Enjabonas la cara,
sientes el cambio de temperatura
que te llega por el agua fría.

Y mientras el jabón se escurre,
te llega salpicada la certeza.
Lo vas a conseguir.

Un masaje lento por los párpados
un poco de agua para removerte
la capa jabonosa

Avisas que te largas,
repites.

Y yo aprieto la mandíbula
porque no quiero escucharte
otra vez.

Sólo quiero secarme el rostro.

Avisas que te largas,
puntualizas.
Pues entonces vete.


Ahora que nada (te) espera,
ahora que no te ata nada.

Prepara tus cosas.
Si quieres,
deja incluso una nota
y sal.

Me falta crema,
pienso al sentir la piel seca.

Levanto la mirada
y te veo, 
el espejo
tiene rabia en los ojos.

No te vas a callar,
lo sé.

Me quedo mirándote al espejo,
sorprendida de ver
cómo lo que dices
coincide con mi cara.

Avisas que te largas
y yo ya no quiero escuchar.
No cuando te veo.

Te dejo en el espejo 
y con la piel hidratada
decido abandonar.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Amor verdadero


Era una pareja que se entendía tanto que cada vez que ella le ponía los cuernos, él acababa por pedirle perdón.


jueves, 10 de diciembre de 2015

Arañas

Seguíamos abriendo heridas
en el cuerpo de la otra,
en la mente de la otra,
en las frases que hilvanaba
la otra en una conversa cualquiera.

Seguíamos tendiéndonos trampas
con las manos atadas por detrás
y por delante dos sonrisas inocentes.

Nuestras sombras seguían acariciándose
y nuestros pasos continuaban
estorbándose.

Estábamos allí cual arañas,
ambas caminando cuidadosas,
alertas de las vibraciones,
pendientes de la presa.

Seguíamos allí, avanzando
en círculos concéntricos
con las patas aferradas
a los anillos de tela.

Seguíamos allí, cuidando
que la otra no cayera,
defiendiéndole el andar
de su salida
sin darnos cuenta
que nuestras finas patas
formaban una elipsis ya.


domingo, 6 de diciembre de 2015

An der Hauptwache (Frankfurt am Main)

De espaldas al sol y por primera vez
dentro de los mundos infinitos
de Mario Bros.
 
Entra a mi vista una señorita de vaqueros
y chaqueta negra.
Avanza y derrocha erotismo
en el contoneo de su paso.
Mueve las caderas,
consciente de las miradas.
 
Se le termina la pantalla y vuelve a pasar.
Casi idéntica la siguiente.
La cadera un poco más redonda
pero igual en su manera de mostrarse.
Pelea con su cadencia femenina por la plaza.
Latiguea las miradas acomodándose el cabello.
 
Apenas me acostumbro a su nueva cara
y ya pasa la siguiente. Y la siguiente. Y la siguiente.
Y la siguiente..... Y la siguiente.
Con nimias modificaciones en el peinado
o la cantidad de maquillaje.
Tal vez planean una coreografía que yo
hasta el momento desconozco.

Si abro la mirada entonces veo más copias.
Siamesas van en los peinados, en las caderas,
en las miradas.
Terminan de pasar algunas, y ya comienzan a
pasar sus gemelas.
Qué seguridad ver variaciones de lo mismo,
en coreano, en italiano o libanés.
Es que estamos en el continuo mundo
de Mario Bros.

Cuántos fontaneros, cuántas princesas,
Yoshis y Luigis vivarachos.
Detrás de los múltiples protagonistas
aparecen cuantiosos coprotagonistas
con pantalones caídos y gafas de sol.

Qué pena me da de repente no ser
parte de la constelación.

Súbitamente irrumpe Luigi en la plaza,
vestido como yo, con un cuaderno a cuadros
y un lápiz de color
¡Qué bien se siente de repente
ser parte de la banda de producción!



viernes, 4 de diciembre de 2015

Río


El cántaro lleno hasta los bordes
que borboteaba y no paraba de gotear.
Yo ponía mis yemas en la fuga
deteniendo el discurrir del agua.
Pero ella necia no paraba y se escurría
por las líneas de mi mano.

Esquivándome los dedos formó un arroyo
y fue improvisando las riberas de su paso.
Pegada al cántaro en mi ingenua soberbia
pensaba yo que podía ralentizar
con la fuerza de mis palmas su aluvión.

No sabía ya que navegaba en una balsa,
no sabía ya que me conducías vos.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Volver a casa (13.11)

Nada hay de tu cuerpo
que no reconozca en el mío.
Nada hay de ti que escape a mi tacto.


Voy hacia mí, nuevamente,
sin confundirme a la vuelta.


Voy hacia mí como quien tiene un secreto
y no piensa mostrarlo.
Porque habría de regresar por mí.
Porque ninguna pieza tuya
habría de ser sustraída por mis manos.


Y en la vuelta dejo el equipaje
que arrastra y cascabelea en cada paso.
Sobre la marcha me acuerdo que me gusta silbar.
Trinos graciles me acercan a mí.


Y cuando llego, la veo, me espera impaciente.
Allí está una figura de dos letras unidas.
Justo cuando las suelas se horadan,
justo cuando no me esperaba más nada,
sonríe.

Estoy ahí, esperando en el marco de la puerta,
yo.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Rododendro

Tengo raíces negras
que caminan y avanzan cual rododendros extraviados.
En esta tarde donde no pasa nada
y nada me conmueve,
ni la persona prensada por el tren donde viajo,
ni los testigos hormigas 
con sus ojos abotagados.
Rododendro sigo hacia mí,
donde una fisura tibia me recibe y
me lame.
No se mueve nada aquí,
se llevan un cuerpo frente a mí.
Pero yo sigo en mí,
sin virar la cabeza,
ni contraer el vientre.
Como si por fin pudiera
estar adentro de mí.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Berlín




Berlín te veo, bastarda, con tus ojos azules y tus mallas desgastadas. Berlín, despierta, todavía hay residuos de alcohol en tus venas. Berlín, escucha la nieve comprimida que estalla y revienta bajo mis suelas. Tus aceras vírgenes están vacías. El pecho se me hincha de tu aire gélido que me anega la nariz. Berlín, te veo dormir con los zapatos puestos en la cama. (Por las mañanas, cuando uno sorprende al día y se anuncia la luz, la veo. Berlín se mueve y se despierta con gritos aislados que piden sol. Se mece en sí misma, como un niño montado en un caballo de madera. Después, endemoniada, sale a inaugurar el día por entre sus calles meretrices, corrompidas de gente. Ciudad grajilla que apedrea gustosa con lloviznas. Berlín que escupe a la cara flechillas congeladas. Berlín ingrata. Berlín que conoce sus medallas pero presume recelosa sus caídas.) Mécete Berlín, que te aupo yo, para que alcances a mirar el sol. Escucha, Berlín, esa nieve quejumbrosa. (Berlín te expulsa de sus calles. Y a veces regurgita dolorosa palabras castizas que ha parido el día.) Berlín, baja la guardia. Berlín cuando te enfadas tus vagones exhalan un regüeldo citadino. (Berlín que se pinta el rostro con maquillaje de segunda y adereza sus labios de un vulgar carmesí.) Berlín, que tienes la cintura perfecta. Berlín, que no preguntas y me tomas. (Berlín que no me deja ir.)

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Tiempo fuera - Belém


Me detengo en medio de la acera,
y dejo que el peso de las compras extienda
los músculos de mis brazos.
Se me acaba de olvidar adónde era que iba
o regresaba.

Es que uno va envejeciendo
y desaprendiendo los hechos.
Me habían dicho que ocurría,
pero yo desatendí el consejo.

En medio de un cruce, en una esquina cualquiera,
se derriten mis productos congelados.
Y yo sé que iba a alguna parte.
¿Adónde era que iba?

Recuerdo que iba caminando y súbitamente
me percaté del hecho.
Comencé a desaprender.

Dejé de comprender todo aquello que sabía.
Dejé de entender por qué la gente espera con estúpido embeleso
las vacaciones de playa,
aquellas cerca del mar.

Como si las quemaduras,
el viento
y la humedad
no (me) hubieran sucedido.

Es otro recuerdo, de otro lugar.

Dejo de entender la gente.
Descifro sus palabras pero ya no sé qué dicen.
Sus frases se apilan y cubren las fachadas
de azulejos polimorfos.

Será que las palabras
sólo sirven para disfrazar
instantes de silencio.

Dejo de entender por qué la gente se levanta,
desayuna. Y va a trabajar.
Como si no supieran que esta hélice
va a pasar una vez más.
Y a la vuelta sesga lo que faltó llevar.

Dejo de entender -ignorante de mí- mi lengua,
mi color.

Y mientras más lugares recorro, más ignorante aparezco,
ya no sé
si aquello a lo que vine realmente existía
o era un vano motivo de huida.

Olvido, (desatiendo, desaprendo,) desando
me desdigo.

Gotean las compras.
Aprieto los puños
y entonces las asas me cortan los dedos
y piadosas me recuerdan
cuál era el motivo de las compras.
Traje todo menos por lo que había salido.