domingo, 31 de enero de 2016

Hoy (13.09)

Hoy entendí que no vas a regresar.
Aunque
te necesite,
te llame,
me lastime,
te recuerde,
te busque.

¿Estaba ya esa certeza ahí desde antes?

No llegarás.
No llegarás.

Te vaciaste y dejaste tu cáscara
allí botada entre rocas y gravilla.
Bien que te saliste de tu cáscara
para que no cupiera duda.

Hoy entendí que se te puede buscar
pero no encontrar,
que se te puede llamar
pero no vas a llegar.

Hoy entendí que puedo dolerme por ti
o puedo dolerme por mí.

Hoy entendí qué eras y eres para mí
en un suave respiro,
en una suave caricia
que me di a mí misma.

Hoy entendí que al fin y al cabo
todo esto no se podía entender,
sólo aceptar.

martes, 26 de enero de 2016

Historia


¿Qué es Historia?
preguntó la enana
de farolas
interrumpiendo a su padre.

¿Historia?, repitió el hombre
y no supo si responder
a ese cuerpecillo repleto de preguntas
de apenas cinco años
o mejor quedarse callado.

La Historia pasó
apenas asequible en los monitores
del metro
pero ni los viajeros del vagón
ni los habitantes de la ciudad
tenían ánimo de comenzar otra discusión.

Había pasado tanto tiempo
que se dejaron de preguntar eso
y vivían convencidos
de que si existía ella, la Historia,
no estaba definitivamente
entre sus calles.

Ni en sus Stolpersteine,
ni en sus movimientos Pegida,
ni en sus intervenciones militares,
ni en sus encuentros solidarios con Francia,
ni en su participación en la Unión Europea.

La Historia, pues, era algo
que ya no pasaba por allí.

Por eso, el hombre
se quedó callado.

miércoles, 20 de enero de 2016

Soy yo

Te digo que soy yo.
Y no tú que te marchas
con una sonrisa de alivio
que ya no puedes ocultar.

Te digo que soy yo
y no tú.
Pero tú suspiras, altiva,
negándote a entrar
en la siguiente discusión.

Soy yo, repito
cuando cierras la puerta.

Soy yo
cuando escucho tus pasos
descender la escalera.

Pero la palabra está muerta,
la mirada directa no funcionó contigo
y colgarse del techo mucho menos.
Soy yo. Era yo.

Fraude

Salir contigo fue como pagar por adelantado
y terminar timada el día de entrega.

Tanto

Tanto intenté que me entendieras,
que se me olvidó preguntarme
si yo te entendía a ti.

martes, 19 de enero de 2016

Sonreía




Sonreía tanto,
sonreía a todos sin distinguir.

Sonreía al empujar
el carrito de supermercado.

Sonreía al llenarlo
y conducirlo por todas partes.

Sonreía sobre todo
cuando tomaba botellas de cerveza clara.

Sonreía con rostro de niño
a pesar de que fuera un anciano.

Sonreía y un vozarrón grave
a veces denunciaba su edad.

Ese hombre sonreía siempre,
en cualquier lugar.

Un día sonrió tanto
que nos contagió el día
de alegría
incluso a aquellos
que no lo querían ver.

Aquel día llevaba
su carrito de compras
atiborrado de cervezas.
Sí que le valdría un buen dinero
el canje de botellas.

viernes, 15 de enero de 2016

No apagues la luz

No apagues la luz, te pido.
Que todavía sigo pensando en mi padre
y no lo puedo interrumpir
a mitad de una conversa.

No apagues la luz, te pido.
Cierro los ojos y me aferro
a tu cuerpo diminuto y tibio.

No apagues la luz, te pido
en una habitación que ilumina la luna.

No apagues la luz.
Quién sabe si esta vez lo pillo descuidado
y lo sorprendo observándome.

Pero la luz no lo atrae
y la oscuridad lo ahuyenta.

No apagues la luz
porque temo,
porque espero,
porque si la apagas van a salir en cascada
lágrimas que no vas a poder detener.

Porque si la apagas vas a ver que estoy rota
y no vas a poder armarme de nuevo.

No apagues la luz, te digo
y me clavo a tu cuerpo.

miércoles, 13 de enero de 2016

Supermercado



Claro que era para ella el mensaje. Había otras cajeras, pero él se empecinaba siempre en su caja. Los mismos frascos y empaques, el mismo orden, la misma frecuencia. Hasta que sucedió. En el acostumbrado desfile de productos bajos en grasa, se coló un ramo de flores y una nota. Él la miró a los ojos y ella, que sobrevoló la nota, le respondió no ocurriéndosele nada más que decir:



–¿Encontrótodoloquebuscaba? 

Y él contestó... que no.


lunes, 11 de enero de 2016

Igarapé



Igarapé

Vos.
Vos vos vos
Tarde, fresquita, sol cayendo.
Barcos, niños…

¿Nos aventamos a la cuenta de tres?

Tomas mi mano y contestas.
Una, dos, … ¡tres!




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Libertad.

jueves, 7 de enero de 2016

Análisis

me dejó esperando,
me mintió,
me siguió mintiendo,
me usó.
la usé.

Le escribía
a la otra persona
mientras yo perdía a mi padre.

¿Cómo se puede convivir
con una bestia así
sin terminar odiándola?

No se puede.

Muerte es saber

Saber que no volverás más. Que no vas a llegar más y sin embargo es tener la certeza de que en cualquier momento estarás aquí.

Saber es desplomarse hacia dentro, en caída libre por un cuerpo que no conozco y que me aturde explorar.
Es caer uno, dos, tres metros. Cien metros. Y verse a uno mismo en la caída. Frenar entre colchones de recuerdos que lo giran a uno y lo tiran de las orejas para volverlo a expulsar.
Saber es no pensarse y avanzar por vez primera en un cuerpo que no siente hambre ni fatiga.
Saber es llevar un nudo en la garganta que se agiganta y traga las palabras.
Saber es el coraje de ver la ignorancia de los otros, quienes caminan y no te ven, no te escuchan, no te sienten.
Saber es arrancarse la piel de los tobillos y picotearse el pecho y a la vez no poder superar el dolor que estrella en la cabeza.
Saber es vaciarse en agua, en viento, en sal.
Saber es dudar si esto que ocurre realmente acontece o si caí en un sueño alargado que me hace transpirar.
Saber es querer despertar. Es detener el tiempo durante días, segundos, horas, semanas. Saber es reconocer si las raíces alcanzan para asirme a la tierra.
Saber es odiar el amor que me falta y temer el vacío que se asoma.
Saber es el remordimiento de escribir estas palabras que no quieres que exprese ahora.
Saber es escupirlas y pedirles que se marchen.
Saber es recordar tu risa, tu voz, tus manos duras e inaccesibles para mí.
Es mirar tu frente ancha y tu expresión última.

Es el olor asfixiante de flores que me hiela la espalda, es el labio vacío y descolorido.
Saber es parar el tiempo. En seco. Durante estos días.
Y pedir que el recuerdo no se marche.
Saber es no poder volver a dormir a oscuras.

Saber es caminar contigo entre los recovecos de la memoria, en mi cabeza, mientras chocas con mis preguntas e incertidumbres.
Saber es frío, es azul, es dolor. Es sentir el exceso de cuerpo que tengo de cáscara.
Saber es respirar y no verte mover nada.
Saber es no querer dejarte ir y sentir asco de mí por no poder cambiarme.
Saber es esa mínima palabra de consuelo que plantaste en mi pecho y pedirle que crezca, que ascienda y tome mi cuerpo.
Saber es no acabar en uno mismo y escurrirse en lágrimas por las mejillas de mis hermanos.
Saber es vaciar algo que ya de por sí esta hueco.
Saber es tener que volver a marchar en un cuerpo extraño que se ajusta a mí.
Saber es duchar ese cuerpo y preguntarle si está vivo. Saber es pedir que el agua mitigue el dolor.
Saber es tropezarse justo al encontrar la puerta de salida de este texto... y volver a empezar con la última primera frase.