martes, 22 de marzo de 2016

O inventário das coisas ausentes | Carola Saavedra (1973)


Todo edificio no es nada sin los ladrillos

Cualquier obra arquitectónica por muy colosal o compleja que sea, está construida con elementos básicos. No importa que estos sean recubiertos, pintados o disfrazados. A veces esa monumentalidad nos esconde ese principio básico. Esto se extiende a muchas áreas, entre ellas la literatura.
La escritura de Carola Saavedra me recordó ese principio. La autora brasileña construye de forma sencilla y aprovecha al máximo las pocas piezas empleadas. Nos regresa pues, a ese gusto por el lenguaje despojado de adornos, que presentado de diversos ángulos de repente se vuelve bello en sí mismo.
 

Carola Saavedra (1973)

Escritora nacida en Chile pero que creció en Brasil, pasó unos años en Europa, de los cuales 8 vivió en Alemania. Su obra se compone de un libro de cuentos y tres novelas.
Aquí se puede consultar su página de internet: https://carolasaavedra.wordpress.com/
Menciono estos datos biográficos porque pueden ser de utilidad al leer la novela que introduce un personaje femenino de origen chileno que va a Brasil a estudiar en la universidad.
 

O inventário das coisas ausentes (Companhia das Letras, 2014)


Ya en la contraportada se nos da un resumen bastante preciso para comenzar con la lectura. La novela se divide entre aquella parte que parece corresponder a la realidad y aquella otra parte ficcionalizada. Aunque por supuesto por muy sencilla que sea esta bifurcación, las informaciones se contradicen y a veces la parte segunda parece más plausible que la primera o bien, parece contestar aquello que la novela no se atreve a contar en la primera parte.
Recomiendo ampliamente una lectura lenta y una relectura al azar de los capítulos. La mayoría de ellos son breves.
En la novela tenemos dos partes, el cuaderno de las anotaciones de un joven narrador brasileño con deseos de volverse escritor que alterna fragmentos de los textos que va escribiendo y posteriormente una segunda parte que lleva el título retador de “ficción”.
En la primera parte vemos como el joven brasileño es abordado por Nina, una estudiante chilena de intercambio.

“Sabe aquela vez quando nos reencontramos e eu te convidei para ir au cinema, sim, lembro, sabe, foi uma espécie de declaração. Declaração de quê?, eu perguntei distraído, de amor, Nina colocou a mão sobre o meu braço. Como assim? Não costumo chamar um desconhecido para ir ao cinema, a menos que eu esteja apaixonada. Lancei-lhe um olhar incrédulo, declaração de amor estranha essa, ela decide explicar, é que ir ao cinema é algo extremamente íntimo. Nina tinha dessas estranhezas, desde quando ir ao cinema é algo íntimo? Claro que é, você fica ali no escuro, ao lado da pessoa, os dois em silêncio, é como se você dormisse ao lado dela e sonhasse o mesmo sonho.” (p.21-22)
 
La relación se desenvuelve de una manera rara, confusa para el chico y es cuando Nina se va y lo deja, que él empieza a darse cuenta de la importancia de Nina en su vida. Años después reaparece y lo busca. Él no puede negarse a verla, se entera entre otras cosas que Nina ha tenido un accidente al tratar de huir de su ex marido. En su impotencia, en su deseo de entender el pasado, intenta rehacerla con palabras:

“Escrevo: Nina quebrou a coluna em três lugares. Nina não se sustenta em si mesma, precisa de ossos, uma estrutura que lhe dê concretude. Sem essa estrutura ela é apenas o espaço vazio, essa constante incerteza. Escrevo. Escrevo para Nina uma medula, escrevo também um fígado, e um estômago.  Escrevo vísceras, sim, muitas vísceras. A barriga estufa. Escrevo vértebras e toda uma nova coluna. Dou também atenção aus espaços, escrevo uma vagina, escrevo um útero e um colo do útero, escrevo ovários, trompas, uma placenta, e escrevo também, um filho que ainda não existe nesse útero de Nina. No início um embrião, depois um feto, escrevo um feto ínfimo e perfeito. E um cordão que o ligue ao mundo. Escrevo a falta para que nada falte, e quando termino o interior de Nina, e as possibilidades de corpo de Nina, delinei suas extremidades, pouco a pouco mãos, pés, dedos, orelhas, os bicos dos seios. Os mínimos detalhes. Até que o corpo esteja pronto. E quando isso finalmente acontece, uma história que o justifique. Uma origem, um passado. “ (pp. 46-47)

El reencuentro no es lo esperado ni por él, ni por ella. Él saca el rencor que no sabía que le tenía a Nina durante años y tienen un desencuentro. En la cabeza de los dos está sin embargo, presente todavía esa relación, como un pasado mucho más lejano de lo que se desea. Ante tal situación de impotencia, el escritor que acabó por casarse con otra, termina la primera parte con la siguiente frase –que es la pieza clave para entender la novela y hacer los pertinentes nexos en ambas partes:

“Tal vez seja isso, e quando o amor acaba, resta apenas a ficção.” (p. 65)

La segunda parte nos comienza a entregar más información sobre aquellas personas fragmentadas de las que habíamos leído en la primera parte y que propiamente son los personajes de la novela que intenta escribir el narrador de la primera parte. Estas historias nos parecían en un principio difusas o anecdóticas. En esta parte de ficción, comienzan a cobrar forma. Hay un padre cuya historia personal está estrechamente relacionada con su activismo político. Con el tiempo, este hombre, antes reaccionario, ha sido sacudido por la tortura y el descontento de los hechos políticos en Chile. El viejo, como se le conoce en la segunda parte, está enfermo, viejo y contacta al hijo (narrador de la segunda parte) para entregarle unas memorias. El viejo vive en el pasado y encuentra repugnante al hijo con el cual no se identifica lo más mínimo. Este hombre y su reconstrucción en la segunda parte de la novela se hace a través de los libros:
“Eu olho para os livros, sempre os livros, os libros fizeram de mim o que eu sou hoje, diz o velho, sempre as mesmas frases, eu penso, por mais que o tempo passe, por mais que planejemos, os livros nada têm a ver com a pessoa que nos tornamos. Os livros não têm culpa.” (p. 81)

También es en esta parte donde surgen los secretos familiares y se desvelan los traumas que ha dejado la dictadura chilena en los personajes y que los ha doblado y vuelto de héroes a verdugos y los ha curtido para no poder vivir en el presente y lamentar la pérdida del pasado:

“Eu vivia história deste país, a minha vida está atrelada a essa história. Eu fui jovem numa época em que a história de um homem era a história do seu país. Porque, ao contrário de agora, o homem não ficava escondido em seu quarto, debaixo da cama, atrás da mesinha, ou diante do computador, o homem não tinha medo da vida. Vida e morte estavam interligadas, sempre estiveram.” (p.92)


Al final
Queda el título, el inventario de las cosas ausentes que no se tienen y se quieren retener en la memoria, en el presente a través de su construcción pulida de palabras simples, frases cortas, pasajes poéticos. Sin duda una novela para leer, releer y releer.

P.D.: Después de leer "La tercera mentira" me parece que la autora toma de referencia la forma de manejar la verdad en la ficción escribiendo ficción. Who knows....

lunes, 21 de marzo de 2016

De acentos y otros sabores

Salió en el internet un tipo de juego donde uno tiene que descubrir dónde se dice qué palabra.

Bastante recomendable para aquellos que les guste conocer más del español.
Lúdico.
El enlace es el siguiente:
http://elpais.com/especiales/2016/acentos-del-espanol/

martes, 15 de marzo de 2016

Ein japanischer Zufall in Berlin | Moshi Moshi (Banana Yoshimoto)



1.      Die Lage
Am 15. September stellte Banana Yoshimoto ihren Roman Moshi Moshi (Diogenes Verlag, 2015) vor. Die Autorin war extrem freundlich zu ihrem Publikum und hat uns sogar fotografiert. Für mich war es sehr überraschend, dass das Publikum mehrere Bücher der Autorin gelesen hatte und ihr Werk ziemlich gut kannte.
Für mich persönlich war das Thema des Romans sehr schmerzhaft, aber nach und nach ließ ich mich von der Autorin beruhigen. Im Roman geht es um das Leben von Yotchan nach dem Selbstmord ihres Vaters. Dieser hatte sich zusammen mit einer der Mutter und Yotchan unbekannten Frau umgebracht. Wie kann jemand, der (wie ich) seinen eigenen Vater vor kurzem bei einem Unfall verloren hat, bei so einem Thema zuhören? Mehrmals musste ich gegen die Tränen kämpfen. Wie könnte ich mir das antun? Ich wollte etwas unternehmen und dachte, es sei eine gute Idee zur Lesung zu gehen. Ich lag falsch mit meiner Vermutung. Ganz eindeutig war es für mich noch nicht so weit.

2.       Vorgeschichte
Ich stolperte auf Banana Yoshimoto zum ersten Mal mit Kitchen, der Roman, der sie berühmt gemacht hat und sogar zwei Mal verfilmt wurde. Danach habe ich Erzählungen und zwei weitere Romane mehr gelesen. Als ich meiner Schwester davon erzählte und rasch die Handlungen zusammenfasste, sagte sie mir, ich würde zu deprimierende Sachen lesen. Mir kam es nicht so vor. Banana Yoshimoto war die zweite Autorin aus Japan, die ich las und interessant fand. Nicht weil die Geschichten tragisch wären, sondern weil die Japanerin „anders“ klingt als die europäischen Autoren. Hier geht es nicht darum, ob bei Banana Yoshimotos Büchern die Figuren auf Tatamis schlafen oder Isobemaki zum Essen bestellen. Vielmehr geht es um die Handlungen: Die Autorin erzählt von ganz gewöhnlichen Menschen, die eine (in der Regel) große Veränderung erfahren, und lotet aus, wie sie darauf reagieren.

3.       Zum Buch:
Ich habe im Internet nach Rezensionen gesucht und glücklicherweise hat sich herausgestellt, dass man ohne Probleme über 20 findet. Deswegen möchte ich gar keine Wiederholung mehr produzieren, sondern ein paar Aspekte von der Buchpräsentation erwähnen. Banana Yoshimoto ist eine sehr gute Beobachterin. Wenn Sie irgendein Lokal oder eine Nebenrolle in Yoshimotos Romanen finden mit realen Referenzen, gehen Sie davon aus, dass sie existieren. Wundern Sie sich nicht, wenn Sie nach Shimokitazawa reisen und Ihnen alles bekannt vorkommt. Die Erklärung ist das echte Ambiente dieses Buches.

Zur Geschichte selbst sagt die Autorin, sie hat an einem sehr schönen, quasi perfekten Tag eine Nachricht über einen Selbstmord in der Nähe gelesen und fand sie schockierend. Das Thema ließ sich nicht mehr los. Und sie musste nach Antworten suchen.  Ein Besuch des Unglücksorts war nicht auszuschließen. Da war klar: Ihr ging es nicht um das „wieso“, sondern vielmehr dachte sie an die Hinterbliebenen. Was passiert mit der Familie? Wie gehen sie damit um? Die ersten Entscheidungen konnte sie schnell treffen: Es geht um Mutter und Tochter. Zuerst hat sie versucht, die Mutter als Erzählerin zu nehmen, bald merkte Yoshimoto aber, dass eine junge, verwirrte aber kräftige Stimme sinnvoller wäre. Wieso? Wenn Sie zu Bananas Yoshimotos Büchern greifen und sich in einem glücklichen, unverbesserlichen Zustand befinden, dann werden Sie sofort die Geschichte aus der Hand legen, weil Sie „sowas“ nicht brauchen. Sie könnten sogar die Handlungen und Figuren kitschig finden. Sind Sie jedoch auf der Suche nach Ihrer Identität oder stecken Sie in Mitten eines Verlustes, dann werden Sie sofort den Wert solcher Bücher erkennen. Es geht nicht darum, dass Yoshimoto Selbsthilfebücher verfasst. Das tut sie nicht. Ihre Herangehensweise ist eine andere: Sie versucht, sich in eine solche Situation hineinzuversetzen und Empathie zu empfinden. Das macht die Charaktere sehr lebendig und glaubwürdig. Bei schwierigen Themen geht die Autorin auf Augenhöhe mit dem Leser. Bei der Selbsthilfeliteratur bekommt der Leser sehr schnell das Gefühl, dass der Autor ihm erklärt, was es zu empfinden gilt. Aber die japanische Autorin vermeidet diesen Weg. Sie leidet mit, sie empfindet mit und das macht ihre Bücher so besonders. Dadurch kann die Glaubwürdigkeit der Figuren in einer gut gelungen Katharsis münden.

Die Autorin hat ihren Vater, den Dichter Takaaki Yoshimoto, 2012 verloren, zwei Jahre später erschien dieses Buches. Sie selbst hat vom Schreiben profitiert für ihre eigene Heilung.

Und ich auch. Ich war – und ab und an bin ich es noch – so verlassen. Aber Banana Yoshimoto war am 15. September da, in Berlin. Und sie hat gesagt, sie schreibt genau für solche Leute wie mich. Ich habe zugehört. Ich war da. Vielleicht war das nur Zufall, aber es hat so gut getan.