domingo, 17 de marzo de 2013

Península, Península - Hernán Lara Zavala

Península, Península (2008)

Mensaje de amor a Yucatán en una botella una novela histórica
 
Hernán Lara Zavala (1946) nos ofrece una delicia de novela, de aquellas que es preciso leer cuando uno se toma tiempo para conocer su propio país y no sólo cuando va a hacer uso de sus playas.

Hernán Zavala consigue atrapar desde los primeros capítulos con una narrativa fluida, coqueta, experimental*. No sólo eso, se toma el tiempo para presentarnos la península no sólo la actual sino aquella que era siglos pasados. Con paciencia -pero sin aburrir- entrelaza en su narrativa algunas costumbres y palabras mayas y le va dando carácter a ese territorio inmenso, que curiosamente los del centro no llegamos a conocer bien pero sabemos diferente a "nuestras costumbres" y que -gracias a los escuetos y malogrados planes de estudio de primaria- a veces nos parece una región donde no pasa nada (históricamente hablando). ¿Una revolución maya? ¿Años donde ese territorio no pertenecía a México? ¿Tanta violencia durante años hasta que Porfirio Diaz consigue tranquilizar la región? ¿Enfrentamientos entre mayas? Sí. Es ignorancia pura del centro.

El personaje principal, José Turrisa**, que en realidad no es principal sino un mero pretexto, nos abre la puerta para entrar en ese mundo conformado por varias pieles. Coinciden entonces tiempo, espacio, personas, culturas. Se mezclan, se rechazan pero no pueden ya separarse más. El autor -que en realidad se pone a sí mismo como el autor de una novela ya escrita pero que deberá ser una segunda vez contada- hace una declaración de amor abierta a la Península. Es imposible no querer conocer ese espacio, no con ojos de turista. Y no se trata aquí de mero y llano chauvinismo. Hernán Zavala tiene la maestría de usar varias voces para ofrecer así diferentes perspectivas: voces extranjeras de personas que no tienen nada que ver con México como Fitzpatrick o la señorita Bell y que le sirven para ver de forma crítica esta región. Pero también deja que se le cuelen voces mestizas y mayas. Y a través de su autor, se permite una licencia para opinar del tema desde el siglo XXI.

"Península, Península" es pues una introducción exhausta a Yucatán y un poco a Campeche. Para recomendar este libro valga de señuelo este fragmento lúdico que escribe en su diario la señorita Bell, institutriz inglesa que vive en una familia pudiente de Mérida:



26 de febrero, 1847. Ayer, a través de una de las mestizas que trabaja como sirvienta, me enteré de lo que es el Huay Chup.

-¿Quién se lo dijo? -me preguntó.

-Lo oí en la calle. -contesté. 
-Ah, es como el Huay Chivo. -me explicó sonriente -, sólo que no contento con asustar a la gente se mete a las casas y si encuentra a una mujer núbil se acuesta con ella sin que la mujer pueda despertar y menos gritar porque tiene algo en la boca que, con el primer beso que da, la persona queda en trance, como embrujada. 
-¿Tú crees en eso? 
-Claro, la gente lo ha visto y ha atacado a muchas mujeres. Dicen que las embaraza y cuando nace el niño sale con cara de chivo y cuerpo de hombre. Le recomiendo que cuando se duerma se tape bien y ponga sus zapatos donde tiene la cabeza y la almohada en los pies para que no la pueda besar. (Península,Península p.53)

¿Se trata aquí de una novela histórica de tema mexicano para mexicanos? No. El tema es tratado de forma universal lo que la hace aún más valiosa. Incluso hace un aporte, una reflexión suave donde se pone en tela de juicio aquello de que la libertad debe ser defendida con todo -implique esto o no guerras sumamente cruentas. La figura del doctor Fitzpatrick que conecta de cierta manera la razón y la barbarie, representa esa decepción, ese hartazgo por las rebeliones; que si bien, pudieron haber comenzado motivadas por buenas intenciones; en el camino se van deformando y causando masacres o se vuelven instrumentos de venganza. Fitzpatrick, que viene huyendo de los dos valores más sublimes por los que los seres humanos pelean: la libertad y el amor, termina encontrándose en todas partes con ellos; como si estuviera maldito y mientras más se aleja de ellos, más se los encuentra. Al final, el destino le ganó y es el amor -por su fiel Pompeyo- lo que lo ciega y le hace perder en un instante la vida.

Dos años después de publicada, la novela es galardonada por la Real Academia. Y entre los que sucumbieron al encanto de la pluma de Lara Zavala se encuentra el ya fallecido Carlos Fuentes, quien escribió un artículo sobre esta obra en el periódico Reforma.

* Aquí una probadita: "¿Nos encontramos ante una novela histórica? No estaría tan seguro. Dudo que el adjetivo "histórico" logre superar al sustantivo "novela". ¿Cómo escribir una novela basada en hechos reales del siglo XIX sin rendirse a las convenciones de la novela decimonónica? ¿Cómo resolver el conflicto, si acaso existe, entre ficción e historia? El novelista solía recordar que el viejo Aristóteles argüía que la historia se encarga de narrar los sucesos tal y como sucedieron mientras que la literatura los cuenta como pudieron o debieron haber sido. Esto nos coloca en la encrucijada ya que, por un lado, el novelista desea serle fiel a aquello que ocurrió pero por otro, desea también utilizar la libertad que le concede la novela para que dicte los hechos. (Península, Península, p.79)

**Apostilla: Llegué a esta novela porque me enamoré en las vacaciones de Valladolid y me pregunté por qué nunca se me había ocurrido antes pasar por allí. La lectura pasó pues por Yucatán, Campeche, Tabasco, Puebla, Ciudad de México,Toluca. Y ayer, a escasos -2°C en Berlín, terminé la novela. Sin embargo, no acaba la cosa allí. La búsqueda de información sobre "José Turrisa" me arrojó a su vez piezas clave para descrifrar la novela. Esto sin embargo me lo quedo para mí, sea el lector curioso el que repita esta búsqueda.