miércoles, 15 de marzo de 2017

El huésped (2006) | Guadalupe Nettel



“No hay sentimiento más fuerte, más verdadero, que la humillación; lo desplaza todo, ejércitos, amores.“
Con una sensación de incertidumbre cierro el libro. La primera novela de Guadalupe Nettel no me termina de convencer. Es lo primero que leo de ella, y todo lo que me ha llegado sobre la autora ha sido más bien alabando sus cuentos. En este enlace se puede escuchar a la autora leyendo su cuento Bonsai.
 
Guadalupe Nettel (México, 1973)

“...como si una parte de mí, superior al miedo y al mutismo, se hubiera revelado contra lo que más me dolía en ese momento: que la vida pudiera seguir siendo cotidiana.”
Escritora mexicana galardonada con el Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero y el Premio Herralde de novela. Doctora en Ciencias del Lenguaje. Ha sido traducida a más de diez lenguas. Y desde este año, 2017, es directora de la Revista de la Universidad de México.


Sobre la novela
El huésped fue finalista del XXIII Premio Herralde. Y resumiendo trata sobre Ana, una chica que siente un ser dentro de sí misma. Poco a poco va conociendo los gustos de ese ser. De niña sufre el contacto con ese ser extraño de una manera total: le hace perder al hermano, hecho que por supuesto no sólo cambia la vida de ella; sino de la familia entera que termina por desmembrarse, el padre se va.

“Diego no estaba enfermo, moribundo, en peligro de muerte; Diego ya estaba muerto y lo único que faltaba para confirmar la desgracia era que los demás se dieran cuenta, como yo lo había hecho varios meses atrás.”
Ana crece sin mucho control debido a la falta de autoridad de la madre, quien nunca se recupera de la pérdida del hijo y del abandono del esposo. Con el tiempo, Ana descubre que ese ser que vive en ella y al que ella desde el principio le llama “La Cosa”, vive en la oscuridad. Esto la lleva a observar a los invidentes de manera particular, poco a poco se va acercando a ese mundo hasta descubrir un instituto dedicado a atender a invidentes. Ana visita ese lugar y casi inmediatamente termina trabajando allí, se vuelve lectora de los pacientes del instituto. En ese lugar conocerá a Cacho, un cojo. Él ayuda también en el instituto y además mendiga en la calle y en el metro. Ana se siente atraída a este hombre y a los pacientes del instituto porque presiente que ella pertenece a ese grupo o, gracias a La Cosa, terminará perteneciendo a ese grupo. El Cacho forma parte de una organización de mendigos que entre otras cosas hacen eventos contra el sistema: como poner mierda en casillas de votación. Él la introduce a ese grupo para que se vuelva partícipe de esos eventos. Por desgracia, las cosas salen mal, y la chica con la que Ana distribuía la mierda de casilla en casilla electoral es capturada, secuestrada y asesinada. Este hecho despierta un sentimiento de culpa en Ana por querer salvarse a sí misma. Cacho la busca y la enfrenta por haber dejado a la compañera, pero después se reúnen en casa de él y hablan un poco más del asunto. En esa reunión, Ana se da cuenta que el Cacho no es quien ella cree, tiene un apartamento, no vive con los demás mendigos, tiene cierto estatus y vive con ciertas comodidades, no como los demás mendigos que no tienen algún tipo de "hogar" fuera del metro. Esto para ella resulta ser una doble vida. Finalmente, en esa visita terminan en el sofá. Ella sabe que es la despedida. A partir de ese momento ya no habrá conflicto entre Ana y su huésped: la ceguera de Ana aparece y también la cosa.

Generalidades

“Dentro de mí alguien lloraba con hipo como lloran los niños y también algunos adultos cuando están a solas y consiguen escupir pedazos atorados de su infancia.”

Ciertamente el tema es interesante y algunas páginas disparan muchas promesas al principio de la lectura: cómo será esa batalla entre Ana y La Cosa o si es posible que Ana de alguna manera gane a La Cosa. Pero no. Al principio parece que se va en una dirección (infancia de Ana y estrictamente su familia) pero a partir de la segunda parte se nos cambia la jugada: tenemos una Ana joven, muy apática, aburrida y hasta torpe que se sorprende por todo y a veces resulta muy cándida en sus reflexiones. El ritmo de la novela regresa en las últimas treinta páginas cuando los hechos que se van engarzando son bastante entretenidos. Lo mejor sin duda son las últimas páginas.
                Entre lo que resulta bien logrado: el primer episodio donde La Cosa aparece y agrede realmente a alguien en el exterior y Ana no recuerda nada; la muerte del hermano que Ana ya sabe que vendrá. El canto de las ballenas como explicación para el sufrimiento de La Cosa, en sí el tema: la ceguera y como ya se mencionó las últimas páginas son una delicia. Los tacos de manatí (¡lean la novela!). Repasando la novela: lo mejor son las primeras y las últimas páginas. Pareciera que en el inter la autora no sabía muy bien como unir inicio y final y es una pena que no se retomen datos del principio a mitad de la novela para acercarnos más a ese terror de Ana por convivir con La Cosa:
“El primer territorio invadido fue el de los sueños; poco a poco, entre los diez y los doce años, fueron perdiendo color y consistencia. Comencé a soñar en tonos pastel y después en carboncillo negro, como bosquejos sucios de algún dibujante sin oficio”.           
Entre lo que no me termina de convencer: el exceso de adjetivos incluso en pasajes donde es contraproducente. El registro es posiblemente lo que más incomoda en la lectura. Muchos de los personajes viven en la calle y tienen diálogos extremadamente planeados y correctos. A veces y cuando uno ya no lo espera, hablan como personas completamente normales. La presentación de Ciudad de México parece mero capricho. Al final se retoma y se da realmente cara a las calles y las estaciones de metro, lástima que esto sólo ocurra hacia el final y el espacio no se explote mejor con anterioridad. Lo último y creo que es donde más se entiende el porqué de mi crítica: si todo el tiempo se habla en la novela de La Cosa... ¿por qué la novela se llama El huésped?