jueves, 10 de diciembre de 2015

Arañas

Seguíamos abriendo heridas
en el cuerpo de la otra,
en la mente de la otra,
en las frases que hilvanaba
la otra en una conversa cualquiera.

Seguíamos tendiéndonos trampas
con las manos atadas por detrás
y por delante dos sonrisas inocentes.

Nuestras sombras seguían acariciándose
y nuestros pasos continuaban
estorbándose.

Estábamos allí cual arañas,
ambas caminando cuidadosas,
alertas de las vibraciones,
pendientes de la presa.

Seguíamos allí, avanzando
en círculos concéntricos
con las patas aferradas
a los anillos de tela.

Seguíamos allí, cuidando
que la otra no cayera,
defiendiéndole el andar
de su salida
sin darnos cuenta
que nuestras finas patas
formaban una elipsis ya.


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