martes, 19 de enero de 2016

Sonreía




Sonreía tanto,
sonreía a todos sin distinguir.

Sonreía al empujar
el carrito de supermercado.

Sonreía al llenarlo
y conducirlo por todas partes.

Sonreía sobre todo
cuando tomaba botellas de cerveza clara.

Sonreía con rostro de niño
a pesar de que fuera un anciano.

Sonreía y un vozarrón grave
a veces denunciaba su edad.

Ese hombre sonreía siempre,
en cualquier lugar.

Un día sonrió tanto
que nos contagió el día
de alegría
incluso a aquellos
que no lo querían ver.

Aquel día llevaba
su carrito de compras
atiborrado de cervezas.
Sí que le valdría un buen dinero
el canje de botellas.

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