martes, 7 de junio de 2016

José Emilio Pacheco | Morirás lejos (1967)


"¿Genocidio? Genocidio el de quienes mueren de hambre aquí mismo –Mire esto resulta contraproducente –Lo mejor que se puede hacer contra el nazismo es olvidarlo –No ve que cada nuevo ataque le da vida –Pero cómo se atreve a escribir sobre algo que no presenció –El nazismo es un fantasma que ya no le quita el sueño a nadie –Le aseguro que ni el uno por ciento de lo que usted dice es verdad –Lo que pasa es que Alemania perdió la guerra –Usted creyó toda la propaganda comunista contra Hitler –Además si no es judío para qué diablos compra el pleito –A poco se imagina que alguien se lo va a agradecer –Por qué no escribe sobre los indios de México […] –Sin ánimo de ofender mi amigo creo que también los cabrones judíos tuvieron parte de culpa en que se los llevara la chingada"

Hay libros que llegan y uno no los comienza porque tiene otros títulos pendientes. Entonces pasa que se pierden en el librero y quedan por ahí en el olvido. Luego, cuando uno hace la limpieza o reordena el librero, aparecen.
¿Por qué no leerlos ahora que se hizo un hueco en las lecturas? Y entonces viene la sorpresa. La historia atrapa, el estilo es inmejorable y lo experimental del libro nos sorprende. Así es Morirás lejos, primera novela del paisano José Emilio Pacheco.

José Emilio Pacheco (México, 1939-2014)

Mayormente conocido por su obra poética, Pacheco se ubica entre la generación de Inés Arredondo, Juan García Ponce, Huberto Batis y Sergio Pitol. Posiblemente todos los mexicanos que pasaron por el bachillerato conocen “Batallas en el desierto” y si no lo leyeron al menos saben de qué va la novela al escuchar la canción homónima de Café Tacuba:

 
Pacheco comenzó a escribir desde su adolescencia, hizo carrera académica, fue profesor en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. Escribió cuento, ensayo, poesía y crónica. Fue columnista del periódico Excélsior y su columna, Inventario recibió el Premio Nacional de Periodismo en Divulgación Cultural de 1980. En 2009 el autor recibió uno de los mayores galardones en el mundo hispánico, el Premio Cervantes.
 

Morirás lejos (1962)
Esta es la primera novela del autor, la segunda es Batallas en el desierto. A quienes conozcan esta segunda les llamará bastante la atención el estilo de la primera así como todos los elementos experimentales que tiene. Es casi como si se trataran de dos autores diferentes, incluso da la sensación de que no es lógico el orden de aparición de las mismas.
Morirás lejos es un tipo de novela policiaca en tanto que hay un misterio por develar. Los elementos presentados para resolver el crimen son mínimos; además dicho sea de paso, el crimen no se resuelve en la novela sino que se vuelve tarea del lector descubrir cuál es el final correcto (se ofrecen varios en una especie de Apéndice).

En Morirás lejos se cuentan dos historias. En una vemos una constelación de tres personajes: el narrador, luego un hombre que lee un periódico en una banca y un tercer hombre que mira al hombre sentado. Uno está observa y narra, otro es el perseguido y uno más el perseguidor. Pronto se sabe que uno es un criminal nazi, otro es la víctima de este criminal y el tercero es un narrador que sabe demasiado pero se rehusa a contar lo que sabe y lo relativiza todo. Aunado a ello, mientras más nos adentramos más complejo resulta saber quién narra.

Pero vayamos por partes, al principio el narrador lanza hipótesis sobre estos dos otros personajes, una vez llegados los detalles biográficos de “eme” (uno de los dos hombres), es evidente que uno de ellos es un alemán nazi, otro es un judío capturado y estos se han reencontrado ni más ni menos que en Ciudad de México:
“Tres gorriones picotean los claros que deja la hierba. Y enfrente la acera. Fue reconstruida no hace mucho y ya han vuelto a desnivelarla el hundimiento de la ciudad y los temblores que aterrorizan al extranjero no habituado a ellos desde su infancia. Como siempre, pueden observarse huellas de perro en el cemento, pisadas infantiles, fechas, nombres, toscas obscenidades lacónicas y por imprevisión (al resbalar de la tabla tendida sobre el cemento fresco), las manos de eme también quedaron grabadas en oquedades simultáneas cuando aquella materia era dúctil como la arcilla, sensible como el sulfato de plata”
Esta primera historia se ve interrumpida por una historia mayor: la historia del pueblo judío contada a través de una metaficción historiográfica. Primeramente se cuenta la Diáspora, luego se trata el episodio del gueto de Varsovia y finalmente se habla desde un campo de concentración. Esta segunda historia está plagada de datos duros, muchos obtenidos de fuentes testimoniales como diarios de militares alemanes; y es a mi ver, lo que sostiene esta segunda parte. No se trata de narrar muertes desde una perspectiva sensacionalista; en lugar de ello se mencionan datos, números, procesos, libros. Será el lector quien juzgue los hechos. A partir de estos datos se dan pistas al lector sobre la posible identidad de eme.

Cuando ya se ha narrado la Diáspora y uno se acerca a los campos de exterminio es también cuando surge por fin en un contexto histórico el personaje Alguien, el antagonista de eme:

“[...] la buena educación desaparece, las costumbres del civilizado se borran, y entre llantos de niños quejas de enfermos protestas lamentos rezos maldiciones, comienza a descender el infierno; altercados y cruces de injurias parecen fomentar un zafarrancho hasta que Alguien logra imponerse restablecer el orden y mordiéndose los labios recuerda los deberes solidarios, la obligación de no perder los rasgos de humanidad que los verdugos pretenden borrar de todos ellos”
Como se ve, estas dos historias son contadas alternadamente. Poco a poco se acercan: los personajes se vuelven una alegoría de los sucesos históricos. Pero esto no es fácil de dilucidar porque el narrador nos entorpece el camino, nos repite información, nos crea huecos en las acciones. Pero Pacheco va dejando dosificadas varias pistas (símbolos en los capítulos, nombres originales en alemán, fechas) y casi cerrando la novela, se menciona el cuadro de Bruegel, la Torre de Babel. La novela resulta un entramado estético complejo –como el cuadro– en el que para no perderse, es necesario de vez en vez regresar unas páginas para no confundir a los personajes.
Torre de Babel, Bruegel
 
Llegando al final, sabemos pues que hay una víctima y un victimario. Pero no sabemos si el victimario logró suicidarse antes de que fueran por él; ni si las víctimas lograron capturarlo. Toda la ficción se borra y lo que queda es el marco histórico real. ¿Quién se atreve a armar el rompecabezas para descubrir quién es el victimario (eme) o bien, quién es su víctima (Alguien)? Posiblemente es resultado de varias personas reales, como por ejemplo de Josef Mengele, doctor que no sólo documentó sus investigaciones en Auschwitz, sino que huyó a Sudamérica y murió en Brasil (no en México). O bien, podría tratarse de Manfred von Richthofen, encargado de bombardear Guernica, y que además recibió una bala en el cráneo, ambos datos se atribuyen a la historia personal de eme. Pero Richthofen murió en Francia. O podría ser el nombrado Jürgen Stroop, que fue responsable del exterminio en el gueto de Varsovia pero murió en Varsovia. Como vemos, hay muchos nombres y tal vez esa sea la intención; ver que no hay un “eme” sino que pueden ser varios, y así como no sólo hay un victimario, tampoco hay solamente una víctima, un “Alguien”, son varios. ¿Es importante conocer sus identidades? No, es mucho más importante no olvidar y eso lo logra en el capítulo "Desenlace".  A diferencia de la historia, la ficción puede reescribir los hechos y eso es lo que hace Pacheco, una justicia al menos literaria.

"Lo hemos rodeado durante veinte años y cuando la resurrección del movimiento descansa en buena parte sobre el inconjeturable eme, eme recibirá su merecido."
Pues a disfrutar la lectura. Sin duda es una novela que pertenece a la literatura universal. Ojalá la reediten.
 
PD:
Recomiendo ampliamente esta reseña, menos personal, más académica de la novela pero muy pertinente:
http://librografias.blogspot.de/2013/09/moriras-lejos-jose-emilio-pacheco.html

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