sábado, 4 de febrero de 2017

Pájaros en la boca (2009) | Samanta Schweblin


Pájaros en la boca (2009) | Samanta Schweblin

“Matar a un perro a palazos en el puerto de Buenos Aires es la prueba para saber si uno es capaz de hacer algo peor.” Matar a un perro

Publicada por Lumen/Futura, Pájaros en la boca es una colección de dieciocho cuentos en la que el lector puede darse una idea bastante concreta de la pasión que tiene la autora por el cuento. Su perfeccionismo en este género florece en Siete casas vacías. Pájaros es su segundo libro de cuentos y recibió por él el Premio Casa de las Américas de 2008.
Para mí es un tanto complicado realizar una reseña objetiva de este libro dado que soy su tallerista y es muy posible que vea en sus cuentos reflejada esa técnica suya que defiende y busca cuando comenta nuestros textos. Posiblemente exagere en algunos comentarios. Empecemos por partes.

Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978)
“Nunca suceden acontecimientos inútiles, pero sí acontecimientos que no debieron suceder, y quizá los últimos años de mi vida sean fiel ejemplo de esta observación.” La verdad acerca del futuro

Autora argentina que reside actualmente en Berlín. Ha sido galardonada con el Juan Rulfo, el premio Konex, el Premio Ribera del Duero y la lista continúa pero nosotros aquí paramos de contar. Sus obras han sido traducidas a más de veinte idiomas y actualmente está en boga en el mercado alemán, su novela Das Gift (Distancia de rescate).
Si hay algo que resaltar de esta autora es su capacidad de repasar hasta el hartazgo sus textos para quitarles aquello que sobra. El texto que llega al lector es el resultado de una serie de correcciones y edición, en las que la autora va frase por frase limpiando sus textos de excesos, de distracciones superfluas cuya función se restringe al ornamento. Si bien, reconocemos en Pájaros en la boca todavía varias, en su siguiente colección de cuentos, Siete casas vacías, lo primera que saltará a la vista es esa compulsividad en el estilo de dejar completamente de lado los ornamentos y concentrarse en la historia misma, o como dice la autora, en el mundo creado para que el letor conecte desde un primer momento.

Samanta Schweblin no es una escritora que –a mi juicio– confíe en el talento, sino más bien es una escritora que se preocupa por encontrar la forma correcta del cuento según el mundo que quiere presentar y eso se consigue "laburando" y sirviéndose del ejemplo que han dejado otros cuentistas. Sus primeras fuentes por supuesto –y como buena argentina– son autores del Cono Sur (Cortázar, Borges, Bioy Casares, Antonio di Benedetto). No faltan sin embargo, referentes internacionales como los norteamericanos Carver, Cheever, Salinger y O´Connor (deberían ver a la autora cuando nombra a esta última, sólo le falta persignarse cada vez que lo hace). Pero dejo que mejor ella hable por sí misma en esta entrevista para después sin más preámbulos, vayamos a los cuentos.





Pájaros en la boca
“Lo que hay que aceptar, es verdad, es que desde que Walter está deprimido las cosas en la familia están mejorando.” Mi hermano Walter

Una definición de la colección es absurda e inútil. Su temática es diversa, sus personajes y género también, mientras algunos son fantásticos, otros sólo usan elementos fantásticos. Posiblemente lo único que conecta a todos los cuentos es esa tendencia a avanzar en la narración, a no frenarse. Una segunda característica que comparten varios cuentos (no todos), es esa tendencia a crear instantáneas en la cabeza del lector y dejarlo solo con esas escenas unas veces trágicas (Papá Noel duerme en casa), otras violentas (Cabezas contra el asfalto).
“Si golpeás mucho la cabeza de alguien contra el asfalto –aunque sea para hacerlo entrar en razón–, es probable que termines lastimándolo. Esto es algo que mi madre me explicó desde el principio, el día que golpeé la cabeza de Fredo contra el piso del patio del colegio. Yo no era violento, quiero aclarar esto.” Cabezas contra el asfalto

Aquí va una recomendación. Esta colección es de una digestión aparentemente sencilla. No lo es. Se equivoca el lector que piensa que estamos ante textos fantásticos cuyo propósito es sorprendernos y entretenernos. A pesar de que uno puede atravesar los cuentos sin problemas, digerirlos lleva su tiempo porque esconden –a pesar de que el tema está latente y visible todo el tiempo pero jamás se nombra– crítica sobre mucho de la condición humana. En Pájaros en la boca se cuestiona el contenido del amor incondicional de padres a hijos. En Cabezas contra el asfalto y La pesada valija de Benavides, se cuestiona al Arte, al público y lo enfermo que puede estar una sociedad (civilizada). Irman y Mujeres desesperadas hacen lo propio mostrando esterotipos de género. Hacia la alegre civilización (premiado con el Haroldo Conti) y Mi hermano Walter interrogan al lector sobre qué es la vida y qué hace uno con ella. Y en Sueño de revolución nos sacude para recordarnos nuestra existencia pasiva. Así que mejor terminar uno, cerrar el libro y esperar. Será más fácil disfrutar esta colección.
“Ya no hay fuerzas para cambiar el destino. Al final del día está la cama y en el sueño ellas [las mujeres] nunca aparecen. Pero suceden otras cosas. No hace falta trabajar todo el día para regresar al bar. Se llega al cerrar los ojos.” Sueño de revolución

No hay comentarios.:

Publicar un comentario