domingo, 19 de junio de 2016

La catedral del mar (2006) | Ildefonso Falcones

Aviso

No cuento casi nada de la trama. Esto es más bien un comentario a la novela y no una reseña.

Preámbulo

Hay ciertos libros que te merodean y vas a tener que leerlos quieras o no. Se acercan. Al principio -por x o por y- no los lees por miles de razones pero acaban cayendo en tus manos. Este es uno de esos casos.

Yo fui por primera vez a Barcelona en 2008. Mientras recorría los atractivos turísticos escuché cómo un apasionado guía  contaba sobre la colosal construcción del templo Santa María de la Mar, así como alaba el minucioso trabajo de Falcones que versaba sobre el mencionado recinto. ¿Fue esa la primera vez que me topé con el título de la novela? No sé.

Lo que sí sé es que muy poco después una amiga me contactó porque iba a entrevistar telefónicamente a Ildefonso Falcones y necesitaba que yo le revisara la gramática de las preguntas.

Inmediatamente después era imposible no ver el nombre del autor en escaparates alemanes o dentro de la lista de los más vendidos.

Debo decir que hasta ahí mi curiosidad no había despertado todavía.

Años después, durante una conversación inesperada, me regresa este libro. Aquí te va este ladrillo de 600 páginas y letra pequeña. Vamos a ver, me digo. Tengo tiempo, no traigo libro en este viaje. ¿Por qué no?

Los primeros capítulos me parecen limpios, interesantes, con un ritmo excelente. Huele a bestseller. No me siento forzada a terminar el libro. No me lo piden de vuelta inmediatamente.


La trama

Se cuenta la vida de Arnal Estanyol situada en el siglo XIV en territorio catalán. Se trata de una historia llena de penurias con final feliz. Fuera de la trama, desde mi punto de vista esto no es lo importante del libro (ya que el setting es bastante predecible), hay elementos mucho mejor logrados: la reconstrucción de la época, los usos y costumbres no podrían ser mejor explotados. Es realmente genial cómo se van entremezclando causando acción y tensión y no sólo son elementos ornamentales.

Tan cerca.... y tan lejos en el tiempo

Hay algo más en este trabajo titánico de Falcones que me parece subrayable y que le da al libro un valor de universalidad a través del tiempo: su repercusión con la situación política actual. Por un lado vemos cómo funcionan las leyes. No se trata de un mundo fantástico, sino que se recurre a un mundo pasado que sí existió. Así funcionaban las cosas por entonces. Si un hombre quería empalizar a su mujer adúltera, tenía derecho. ¿Nos suena de algo este ejemplo?

Independientemente de dónde se esté ahora en el marco legal, sí que ha habido mejoras y no sólo en el aspecto legislativo. El autor echa de repente un guiño al presente y nos confronta a comparar qué tan ajenos somos a esa situación.

También en lo social esconde una dura crítica al problema de la diversidad religiosa y la (posible) convivencia de estas en una sociedad. Por supuesto, fuera de ser armónica, se presenta como el resultado de intolerancia mutua.

A través de maledicencias y chismes se justifican los católicos de condenar a los judíos conversos. Y cuando un problema no tiene solución en la sociedad y no hay forma de controlar a las masas... entonces se busca un chivo expiatorio. Todo lo que no es como nosotros debe estar (tiene que estar) equivocado y es por ello sospechoso, amenazante. Las masas se vuelven implacables y comienzan a confirmar sus prejuicios, sus chismes sobre aquel otro grupo religioso que parece no sufrir bajo el problema que aqueja a todos. ¿Nos suena de algo esto?

¿Estamos realmente lejos de ese siglo XIV, principios del XV? En países como México un país 90% católico, 100% guadalupano -exagero, lo sé- ¿qué tanto nos queda el saco? Posiblemente bajo el estandarte de la religión nos escondemos y nos defendemos de aquello que no entendemos, que ignoramos y que es diferente a nosotros.

¿Estamos realmente lejos del siglo XIV sólo porque no tenemos Inquisición? Tal vez sí, tal vez no. Igual y así sigue habiendo presidentes estadounidenses que afirman que si no se está con ellos, se está contra ellos; y hay curiosos candidatos presidenciales que piensan que "lo mexicano" en sí es malo, sólo eso.

Salgamos por un barrio berlinés lleno de turcoalemanes, no tenemos que esperar mucho para ver miradas duras contra aquellas mujeres que se ocultan el pelo bajo la burka. Tal vez no ocurre con tanta frecuencia, pero me ha tocado también ver cómo los dueños de estas miradas, tan open mind, tan progresistas, encaran a esas mujeres y en un tono autoritario les exigen que se descubran. Rara esa forma de entender el concepto "tolerancia". Muy rara. Creo que no nunca me voy a acostumbrar a que sea unidireccional esa práctica de valores en la sociedad: al lugar donde fueres, hacer lo que vieres. ¿Por qué se sienten agredidas por la burka estas personas y tienen una urgencia de gritar, de encarar al otro?

¿Cuán lejos estamos del siglo XIV, del XV?, me pregunto.

Falcones quizá no puede imaginar en nuestro siglo una amistad entre católicos, judíos y moros. En el siglo XIV bien que le funcionó a pesar de los secretos, las apariencias, la sociedad.

Extremadamente recomendable este libro, sobre todo para clases de Historia no hay nada mejor que ver datos duros en contexto.

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