El cuento "Enrique" tiene bastantes años y aunque ahora le pasaría otra vez la pluma para mejorar el estilo y a largar los momentos clave, estoy muy feliz de que haya salido en el número 23 -24 de la revista universitaria Palabrijes, Palabras sagradas, palabras profanas, que una vez más vuelve a sorprender con la portada:
El cuento Enrique que empieza así:
Enrique nació un día soleado, de brisa y chispas veraniegas. Ese día su madre fue abandonada, hecho que enturbió el recuerdo del nacimiento en la memoria de ella. Así, años después, ni siquiera podría recordar y contarnos si Enrique nació por la mañana o por la tarde, o si los dolores de parto fueron especialmente insufribles. Sólo recordaría con perfecta nitidez el momento justo en que le astillaron el corazón una y otra y otra vez. Conocí a Enrique en la escuela, lo primero que me llamó la atención fue su pelo de escobeta porque le prodigaba un aire adolescente que no se le borraría después, ni siquiera pasados los veinte. Cada año su madre le hacía una fiesta de cumpleaños antes de que empezaran las vacaciones de verano. Todos íbamos al cumple, porque podíamos jugar en su jardín. Él nos miraba sentado, nunca intentó jugar con nosotros.
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