domingo, 6 de diciembre de 2015

An der Hauptwache (Frankfurt am Main)

De espaldas al sol y por primera vez
dentro de los mundos infinitos
de Mario Bros.
 
Entra a mi vista una señorita de vaqueros
y chaqueta negra.
Avanza y derrocha erotismo
en el contoneo de su paso.
Mueve las caderas,
consciente de las miradas.
 
Se le termina la pantalla y vuelve a pasar.
Casi idéntica la siguiente.
La cadera un poco más redonda
pero igual en su manera de mostrarse.
Pelea con su cadencia femenina por la plaza.
Latiguea las miradas acomodándose el cabello.
 
Apenas me acostumbro a su nueva cara
y ya pasa la siguiente. Y la siguiente. Y la siguiente.
Y la siguiente..... Y la siguiente.
Con nimias modificaciones en el peinado
o la cantidad de maquillaje.
Tal vez planean una coreografía que yo
hasta el momento desconozco.

Si abro la mirada entonces veo más copias.
Siamesas van en los peinados, en las caderas,
en las miradas.
Terminan de pasar algunas, y ya comienzan a
pasar sus gemelas.
Qué seguridad ver variaciones de lo mismo,
en coreano, en italiano o libanés.
Es que estamos en el continuo mundo
de Mario Bros.

Cuántos fontaneros, cuántas princesas,
Yoshis y Luigis vivarachos.
Detrás de los múltiples protagonistas
aparecen cuantiosos coprotagonistas
con pantalones caídos y gafas de sol.

Qué pena me da de repente no ser
parte de la constelación.

Súbitamente irrumpe Luigi en la plaza,
vestido como yo, con un cuaderno a cuadros
y un lápiz de color
¡Qué bien se siente de repente
ser parte de la banda de producción!



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