domingo, 7 de febrero de 2016

Felicidad

Es cuando en la noche te despiertas
porque una enana te ha puesto el traserito en la cara
y te ha despertado.
Es cuando una mano tibia menudita te toma de sorpresa por la calle.
Es bailar sin tapujos a 4 grados por la calle.
Es ver a dos personas, durmiendo, antes de salir a trabajar.
Es ver a esas dos personas siendo las mejores amigas.
Es ver jugar a esa enana.
Es ver a su madre trenzándole el pelo.
Es llevar un duende en los hombros y suplicarle que no me asfixie.
Es decirle “en serio”.
Es olerle el cuello.
Es entrar al departamento y ver botitas atravesadas  en el pasillo.
Es ponerle esferas al árbol de Navidad para que las aprecie el duende

y darle por fin un sentido a la Nochebuena.
Es sentir los brazos, la espalda y las piernas cansadas después de haber jugado al gigante.
Es tener en el regazo un colobrí inquieto.
Es hacer pizzas de cera con ese colibrí.
Es arrastrar un trineo y aventar nieve con treinta años por vez primera.
Es hablar de la pierna curupira del duende y saber que todavía camina.
Es hacer una fogata a cero grados y bailar alrededor de ella.
Es, sin esperarlo, escuchar villancicos navideños y entenderlos por vez primera.

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