Se supone que ibas a jugar con mis niños.
Se supone que ibas a criticarme, a mejorarme,
a formarme.
Se supone que íbamos a caminar los Pirineos.
Se supone que íbamos a armar una sala de escalada.
Tú y yo.
Papá.
Y tú te moriste.
Se supone.
Pero al fin tú preferiste morir.
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