Pájaros en
la boca (2009) | Samanta Schweblin
“Matar a un
perro a palazos en el puerto de Buenos Aires es la prueba para saber si uno es
capaz de hacer algo peor.” Matar a un perro
Publicada
por Lumen/Futura, Pájaros en la boca
es una colección de dieciocho cuentos en la que el lector puede darse una idea
bastante concreta de la pasión que tiene la autora por
el cuento. Su perfeccionismo en este género florece en Siete casas vacías. Pájaros es su segundo libro de cuentos y recibió por él el Premio Casa de
las Américas de 2008.
Para mí es
un tanto complicado realizar una reseña objetiva de este libro dado que soy su
tallerista y es muy posible que vea en sus cuentos reflejada esa técnica suya
que defiende y busca cuando comenta nuestros textos. Posiblemente exagere en algunos comentarios. Empecemos
por partes.
Samanta
Schweblin (Buenos Aires, 1978)
“Nunca suceden acontecimientos inútiles, pero sí acontecimientos que no debieron suceder, y quizá los últimos años de mi vida sean fiel ejemplo de esta observación.” La verdad acerca del futuro
Autora
argentina que reside actualmente en Berlín. Ha sido galardonada con el Juan
Rulfo, el premio Konex, el Premio Ribera del Duero y la lista continúa pero
nosotros aquí paramos de contar. Sus obras han sido traducidas a más de veinte
idiomas y actualmente está en boga en el mercado alemán, su novela Das Gift (Distancia de rescate).
Si hay algo
que resaltar de esta autora es su capacidad de repasar hasta el hartazgo sus
textos para quitarles aquello que sobra. El texto que llega al lector es el
resultado de una serie de correcciones y edición, en las que la autora va
frase por frase limpiando sus textos de excesos, de distracciones superfluas
cuya función se restringe al ornamento. Si bien, reconocemos en Pájaros en la
boca todavía varias, en su siguiente colección de cuentos, Siete casas vacías,
lo primera que saltará a la vista es esa compulsividad en el estilo de dejar
completamente de lado los ornamentos y concentrarse en la historia misma, o
como dice la autora, en el mundo creado para que el letor conecte desde un
primer momento.
Samanta Schweblin no
es una escritora que –a mi juicio– confíe en el talento, sino más bien es una
escritora que se preocupa por encontrar la forma correcta del cuento según el
mundo que quiere presentar y eso se consigue "laburando" y sirviéndose del ejemplo que han dejado otros cuentistas. Sus primeras fuentes por supuesto –y como buena argentina– son
autores del Cono Sur (Cortázar, Borges, Bioy Casares, Antonio di
Benedetto). No faltan sin embargo, referentes internacionales como los
norteamericanos Carver, Cheever, Salinger y O´Connor (deberían ver a la autora
cuando nombra a esta última, sólo le falta persignarse cada vez que lo hace).
Pero dejo que mejor ella hable por sí misma en esta entrevista para después sin
más preámbulos, vayamos a los cuentos.
Pájaros en
la boca
“Lo que hay que aceptar, es verdad, es que desde que Walter está deprimido las cosas en la familia están mejorando.” Mi hermano Walter
Una definición
de la colección es absurda e inútil. Su temática es diversa, sus personajes y
género también, mientras algunos son fantásticos, otros sólo usan elementos fantásticos. Posiblemente lo único que conecta a todos los cuentos es esa
tendencia a avanzar en la narración, a no frenarse. Una segunda característica
que comparten varios cuentos (no todos), es esa tendencia a crear instantáneas
en la cabeza del lector y dejarlo solo con esas escenas unas veces trágicas (Papá
Noel duerme en casa), otras violentas (Cabezas contra el asfalto).
“Si golpeás mucho la cabeza de alguien contra el asfalto –aunque sea para hacerlo entrar en razón–, es probable que termines lastimándolo. Esto es algo que mi madre me explicó desde el principio, el día que golpeé la cabeza de Fredo contra el piso del patio del colegio. Yo no era violento, quiero aclarar esto.” Cabezas contra el asfalto
Aquí va una recomendación. Esta
colección es de una digestión aparentemente sencilla. No lo es. Se equivoca el
lector que piensa que estamos ante textos fantásticos cuyo propósito es
sorprendernos y entretenernos. A pesar de que uno puede atravesar los cuentos
sin problemas, digerirlos lleva su tiempo porque esconden –a pesar de que el
tema está latente y visible todo el tiempo pero jamás se nombra– crítica sobre
mucho de la condición humana. En Pájaros en la boca se cuestiona el contenido
del amor incondicional de padres a hijos. En Cabezas contra el asfalto y La
pesada valija de Benavides, se cuestiona al Arte, al público y lo enfermo
que puede estar una sociedad (civilizada). Irman
y Mujeres desesperadas hacen lo
propio mostrando esterotipos de género. Hacia
la alegre civilización (premiado con el Haroldo Conti) y Mi hermano Walter interrogan al lector
sobre qué es la vida y qué hace uno con ella. Y en Sueño de revolución nos sacude para recordarnos nuestra existencia
pasiva. Así que mejor terminar uno, cerrar el libro y esperar. Será más fácil
disfrutar esta colección.
“Ya no hay fuerzas para cambiar el destino. Al final del día está la cama y en el sueño ellas [las mujeres] nunca aparecen. Pero suceden otras cosas. No hace falta trabajar todo el día para regresar al bar. Se llega al cerrar los ojos.” Sueño de revolución
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