Sabía que la tormenta
no vendría
Que se quedaría
a medio cuajar el cielo
y una grieta sucia
anunciaría la tregua.
Estrías de cirros,
plegarias cumplidas en el último momento,
donde solo queda volver
sobre los propios pasos,
desandar el miedo
y cerrar la sílaba no dicha en este texto.
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