Está embozado el aire
y una mano ajena
lo cepilla con cinismo
Ay del viento que nos posee
y allí nos prostituye,
con sus plumas libérrimas,
entre alas ahuecadas -de sol asfixiado
que aborrecen lo mismo al fuego que a la tierra
Aire condenado en los pulmones,
hacinado en el tórax pudibundo
Aire que no pertenece, que se marcha
en bocanadas cenicientas o expiraciones humanas
Aire que une un ojo con una rodilla
tibia, un húmero o un cúbito
sin preocuparle el orden de la vida
Aire que esculpe dedos doblados y punzantes
y toca, violento, labios y dientes.
Aire que no tiene forma,
que se lleva en el tiempo, por la sangre,
dentro del soplo que busco
y sólo hallo en los silbidos
mullidos de los muertos
Allí iré, aire, con ellos
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