Héroes de carne y hueso
Michael Phelps |
En estas
Olimpiadas seguimos por la televisión las hazañas de Phelps y de Usain Bolt.
Sudamos, sufrimos y festejamos los unos con los deportistas propios, los otros
con ídolos adoptados.
Cada cuatro años
se enciende la llama olímpica y miles de personas encuentran inspiración y
motivación en estos deportistas de alto rendimiento. No hay nada como el sueño
olímpico. En ciertas disciplinas, incluso, no se considera alcanzado el éxito
si no se tiene una presea... olímpica aunque se tengan records mundiales y oros
en otros campeonatos.
Usain Bolt |
Me encantan las Olimpiadas.
Me encantan porque es abrazar el pasado, es detener el tiempo, es ver en vivo
esas leyendas en formación.
En estas semanas
transcurridas, algún chico o chica miró la pantalla y supo que ese sería su
camino. De espectador lo veremos luego como actor. Otros esperan ya alcanzar la
edad mínima y miran con impaciencia el calendario para que llegue Japón 2020.
¿Y qué más se puede
hacer en estas semanas que acompañar el ritmo del planeta que leer un libro
sobre una mujer leyenda? Sobre la leyenda de la gimnasta perfecta, la del
primer diez en gimnasia olímpica con tan solo 14 años, la de la gracia
infantil. Nadia Comăneci y el primer diez en gimnasia olímpica, 18 de julio
1976.
Durante
ese verano de 1976, las cifras continúan acumulándose alrededor de Nadia; cinco
mil llamadas recibidas en la Federación Canadiense de Gimnasia en menos de tres
meses, en los Estados Unidos, un sesenta por cierto más de llamadas al servicio
de urgencias: las niñas que han querido “jugar a Nadia” se han roto la muñeca o
el tobillo. (p.90)
Nadia Comăneci
Nadia Comăneci (Oneşti,
1961) es una ex gimnasta de origen rumano que obtuvo nueve medallas olímpicas (Montreal
1976, Moscú 1980). No sólo la precisión de sus ejecuciones fue alabada sino ese
encanto artístico de sus coreografías. Fue galardonada como mejor atleta. Fue la
imagen que se tenía en el mundo de Rumanía. Y esta imagen de perfección es tan
fuerte que de la Nadia actual, se sabe poco. O incluso nada. Tal vez el nombre
resuene más en México porque la ex gimnasta se dedicó un tiempo a comentar eventos
con Televisa.
-Montreal “vendió” la imagen de una niña inocente que
surgía de la nada, cuando hacía dos años que usted lo ganaba todo. Usted
contribuyó a la fabricación de esa imagen.
A través de usted, el poder promocionaba un sistema. El éxito total del régimen
comunista, la apoteosis de la selección: la nueva Niña superdotada, bella,
sensata y competitiva.
(Risa
molesta.)
-¡Sí, claro,
por supuesto! Los rumanos vendían el comunismo. En cambio, las atletas
francesas o norteamericanas de hoy en día no representan ningún sistema, ¿verdad?,
ni a ninguna marca... (p.80)
En 1989 huyó del
gobierno de Ceaușescu hacia los Estados Unidos en un escape de película. En
1984 se hizo una película basada en su vida y en 2014 Lola Lafon, cantante y
novelista publicó “La Petite Communiste qui ne souriait jamais”, ganando por
esta obra Grand prix de l'héroïne Madame Figaro 2014.
Lola Lafon (1975)
Lola Lafon, (c)Transfuge |
Escritora,
feminista, cantante. Lafon que creció entre Bucarest y París se plantea narrar la
vida de la gimnasta rumana. Ella también miraba la pantalla ese 18 de julio de
1976, cuando se le daba a Nadia una nota “1,0” simplemente porque los
marcadores no estaban programados ni capacitados para dar la nota máxima, diez.
Lafon se da a la tarea de recopilar información y en su búsqueda biográfica se
topa con una visión sexista, casi pedófila en el ámbito de la gimnasia. Se
aferra pues a estos datos para hacer una reconstrucción crítica de la época que
ella misma vivió.
Esta pasión por poner en tela de juicio todo y a todos se siente desde el
principio en esta ficción: sí, la novela va sobre este monstruo deportivo que
es Nadia Comăneci, pero también va sobre sistemas políticos: capitalismo contra
socialismo, presión social, rol de la mujer. Temas que apasionan a la autora y
que van siendo presentados con datos duros sin exagerar en lo narrativo y muy
bien combinados con conversaciones telefónicas con Nadia Comăneci. Sin ser
panfletaria nos muestra las dos caras de la moneda y esto es lo que más se
agradece, esa libertad que le da al lector de que sea él quien termine el
análisis.
La novela
“Érase una vez una historia, esta
historia, cuyos capítulos envío concienzudamente a la mujer que es su actriz y
su espectadora. Ella comenta, juzga, exige revisar algunos pasajes o aplaude.
Sostiene mi mano, que escribe su historia, animándome a creer y escribir cosas
que a veces son inexactas y sin duda lo sabe.” (p. 204)
La novela se
centra en la vida de la gimnasta, no de la niña o la actual persona. Es decir,
cubre el periodo de 1969 hasta 1990, cuando la gimnasta es recibida en Estados
Unidos. En una segunda parte no tan exhaustiva la niña va desapareciendo poco a
poco para dar paso al país que se levanta contra su dictador.
Y mientras la consolidación
de la gimnasta invita a creer que hay una visión positiva y activa de la mujer,
el contexto político deshace de tajo esa ilusión:
“El
decreto 770 era... una guerra contra las mujeres. En 1966, Ceaușescu mandó
prohibir el aborto, quería nuevas generaciones educadas en su ideología
exclusiva. Funcionó durante unos años, y a esos bebés, que eran muchos, les
llamamos los decreteii. Hacia 1973 la curva comenzó a estancarse porque las
mujeres se organizaban como podían, y eso que, a partir de 1975, se hizo casi
imposible obtener un pasaporte para viajar al extranjero.” (p.116)
“PREÁMBULO
AL DECRETO:
LOS
MÉTODOS DE CONTRACEPCIÓN QUÍMICA PROVOCAN ENFERMEDADES GRAVES QUE PUEDEN
ACARREAR LA MUERTE. ESTÁN PROHIBIDOS. PRACTICAR EL COITUS INTERRUPTUS PROVOCA
IMPOTENCIA. SER SOLTERO ES SOSPECHOSO. TENER RELACIONES SEXUALES TRES O CUATRO
VECES POR SEMANA PONE DE MANIFIESTO UN VIDA NORMAL. TASA OBLIGATORIA DE NIñOS
POR MUJER: CINCO” (p.200)
¿Nota?
Yo fui de esas
personas que se enamoraron de la imagen de la gimnasta perfecta y tenía mucho
interés en leer –de forma voyerista– quién es la gimnasta. Sin duda el libro me
ha atrapado desde el comienzo y me ha dado además un extra que no esperaba: una
reconstrucción de un mundo que parece ya tan lejano. Me ha dejado un contexto
político dibujado y me ha recordado que por muy Juegos Olímpicos, por muy
espíritu deportista, seguimos siendo personas inmersas en un mundo capitalista
y politizado. Los deportistas son mensajeros de un sistema, de una marca, de
una ideología. Sobre todo aquellos que ganan medallas. ¿Nos damos cuenta?
El único “pero”
que le veo al libro es que la voz narrativa se queja de ese encantamiento de
los medios por despersonalizar a la mujer, desmenuzarla y quedarse sólo con la
gimnasta. Quedarse en la novela con el periodo del 69 al 90 acaba por hacer lo
mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario